La Plaza del Plebiscito es sin duda la más famosa de Nápoles, y también la más escénica. Su pórtico semicircular fue construido en 1809 y completado algunos años después con la monumental Basílica de San Francisco de Paula erigida por Fernando I (Rey de Nápoles en aquel momento). La iglesia domina la plaza con su imponente estructura neoclásica, similar a la del Panteón de Roma, y su la gran cúpula.
En el lado opuesto de la plaza, hacia el mar, está el encantador Palacio Real, una de las cuatro residencias de la familia real de los Borbones de Nápoles. Fue construida en 1600 por Doménico Fontana, pero a lo largo de los siglos fue en muchas ocasiones transformada y enriquecida con decoraciones y un jardín techado.
En los puntos focales de la Plaza del Plebiscito se sitúan las dos estatuas ecuestres hechas por Antonio Canova. Especialmente pintoresca es la vista del Golfo de Nápoles con el Vesubio en lontananza enmarcado entre el Palacio Real y el Palacio de la Prefectura.